viernes, 16 de enero de 2009

Simón Bolivar en Japón


En estos días estaba reunido con algunos amigos de la infancia que conocen de otra de mis aficiones, una que me ha tenido realmente apasionado desde ese momento y hasta ahora,…no, no, no son los leones del caracas ni el play station, son mis libros de la segunda guerra mundial. Realmente no tengo idea de cuantos libros, películas y recortes de periódico he leído sobre este tema. Si me hubiera leído la mitad referidos a mi profesión seguramente estaría dando clases en algunas de esas universidades con nombres rimbombantes de la que son tan aficionados la otra parte de mis amigos, jejej, ya perdí la cuenta de cuantos serían, ni cuantos he regalado, cuantos tengo en Cumaná, en Caracas ó cuantos deje en Maracay…muchos…demasiados…lo cierto es que aunque parezca mentira, desde que nació el chamo no he leído mucho, primero por falta de tiempo y luego porque ya uno empieza a leer esas cosas de muertos y heridos de forma diferente. Mi amigo me sugirió que porque no escribía un blog con temas de la segunda guerra mundial…pero no, eso se lleva su tiempo y tendría que volver a estudiar, por lo menos para escribir algo decente y con sustento suficiente, en la Internet hay unos cuantos más locos que yo, le expliqué, bueno pero de vez en cuando podemos poner algo fácil y que no tenga que revisar mucho, y en estos tiempos bolivarianos se me ocurre este cuento:

En Marzo de 1945 empezó la mayor batalla aeronaval de la historia, esta batalla fue la siguiente a la famosa batalla de Iwo Jima y fue la primera vez que los estados unidos ponían pié en una isla que formaba parte de la cadena principal que conforma el Japón.

Estratégicamente era particularmente valiosa, porque desde aquí se lanzaría el ataque a la isla principal. La batalla se extendió por 85 días desde Marzo hasta Junio de 1.945

Las bajas por ambos lados fueron cuantiosas. Los japoneses perdieron más de 100.000 hombres, 16 barcos y cerca de 700 aviones. Los americanos a su vez perdieron cerca de 80.000 hombres, 38 barcos y cerca de 800 aviones.

Miles de civiles se suicidaron lanzándose desde un acantilado antes de caer en manos de los americanos.

Lo anecdótico de esta batalla es que al mando de las fuerzas estadounidenses se encontraba el aguerrido Teniente General Simón Bolívar Buckner, apodado el “toro” por sus hombres, se caracterizaba por los riesgos que tomaba en el combate dado que siempre se encontraba en el frente acompañando a sus soldados. Esta audacia la pagó con su vida al ser alcanzado por las esquirlas de una “granada” de artillería japonesa. Murió 2 días después de terminada la batalla.

El abuelo de este Bolívar Gringo era contemporáneo de nuestro libertador y ferviente admirador, por lo que le puso a su hijo el nombre del ilustre caraqueño, este a su vez le transmitió el nombre a su propio hijo que resulto en el famoso general americano de la segunda guerra mundial.

Este epónimo del libertador era un redomado racista a pesar que muchas veces declaró que seguía al pié de la letra las enseñanzas del libertador, por lo menos nadie puede poner en duda su valentía, al contrario de algún sucesor que anda por ahí y que es particularmente dado “arrugarse” cuando huele pólvora.

Otra curiosidad que se puede extraer de esta batalla es que Bolívar Buckner estaba bajo el mando del general MacArthur, los padres de ambos pelearon como generales en bandos opuestos de la guerra civil América y se enfrentaron directamente en más de una ocasión.

Siempre es bueno saber este cuento, no sea que alguno de nuestros próceres modernos salga un día de estos en VTV diciendo que Bolívar era tan grande que llegó a Japón…

Al final la isla no se utilizo para mayor cosa, por lo menos durante la segunda guerra mundial, esta finalizo 2 meses después con el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

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